Carlos Reyes Ramírez y el rescate de Urcututu
Por José Antonio Mazzotti
El jaguar abre los ojos (Lima: Municipalidad Metropolitana de Lima/Lima Lee, 2020), de Carlos Reyes Ramírez (Loreto, 1962), es un notable poemario que acaba de publicar, a fines del año de la pandemia, el programa Lima Lee de la MML. Reafirma y expande lo que ya se sabía de su autor, cuya bio-bibliografía se resume en las primeras páginas del libro y aquí copio:
“Desde la década de 1980 [Carlos Reyes Ramírez] forma parte, junto a Ana Varela y Percy Vílchez, del emblemático Grupo Cultural Urcututu. Además, entre 2007 y 2009, dirigió el Instituto Nacional de Cultura en Iquitos. En 1986 obtuvo el premio Copé de Oro con el libro Mirada del búho. Ha publicado, también, En el mejor de los mundos (2001), Retorno al parque de los pescados (2003), Animal de lenguaje (2011) y Las provincias secretas (2018). Poemas suyos aparecen en antologías diversas: Antología de la poesía peruana (generación del 80), Antología de la Poesía Peruana del Siglo XX, Poetas del Siglo XXI. Antología de Poesía, ¡Más aplausos para la lluvia! y Allí donde canta el viento”.
Esta fecunda trayectoria y la del grupo ochentero Urcututu (nombre de un ave amazónica), surgido en Iquitos, suele pasar desapercibida en los panoramas de la poesía peruana escrita en español, fenómeno común cuando se trata de consignar el corpus que surge fuera de Lima. Pese a que los poetas de Urcututu ostentan importantes reconocimientos a nivel nacional (el premio Copé de Oro para Reyes Ramírez en 1986, el mismo a Ana Varela en 1991, numerosas publicaciones de Percy Vílchez), el centralismo limeño sigue pesando de manera aplastante.
El grupo estuvo vinculado a la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (o UNAP) y publicó seis números de la revista Carachama. A él se sumaron los poetas y artistas Manuel Luna Mendoza, Humberto Saavedra Montalván, Pedro Vargas Rojas y Samuel Coriat Navas. El 2019, Ana Varela, Percy Vílchez y Carlos Reyes Ramírez lanzaron un manifiesto del grupo, expresando su profunda preocupación por el desastre ecológico que viene ocurriendo en la Amazonía y por los derechos de los pueblos originarios amenazados ante el avance del modelo económico neoliberal. Allí se lee: “En apariencia, no hay futuro ni porvenir, y todo parece condenado al fracaso. Por ello, hoy más que nunca, es urgente expandir la dimensión de la esperanza y de la utopía para sostener la vida en un ámbito de respeto mutuo que desafíe el presente. Entonces, es posible, desde este hoy lamentable, desde el fondo de las variadas carencias, avizorar el futuro, donde la poesía cumpla un papel denunciador y proclame la preservación de la belleza y la justicia. Porque el verbo poético, la palabra oral o la escrita en el poema, es una fuente de revelación y de salvación, imaginando así un mundo posible emancipado de sus traumas"
Una forma de paliar el problema del desconocimiento que existe en Lima de este y otros grupos del Perú interior es dar noticia de las publicaciones de sus autores, que en un recuento amplio y heterogéneo de la poesía del país deben estar presentes, junto con las tradiciones en lenguas originarias.
Si bien El jaguar abre los ojos reafirma el estilo conversacional de los libros anteriores de Reyes Ramírez, no por ello deja de mostrar un solvente uso del ritmo y una concepción del poema como totalidad sustentada en su propio universo. La poesía de Reyes Ramírez merece, sin duda, un estudio más detallado. Basta reproducir dos de los poemas del libro para saborear su lenguaje:
BIBLIOTECA DE MADERA EN LA HABITACIÓN
igual a bejucos en donde nacen ríos planetarios conectado a otros astros por agujeros siderales.
Nada sino animales de mimeógrafo que desovan sobre estantes de madera y despojada naturaleza viva,
ángeles cibernéticos en cada página, en cada texto que amontono con recelo.
Nada en este cuarto exuda palabras caudalosas, solo la locura de los años, la agonía
Nada tengo sino libros que sorprenden y libros que disgustan, anaqueles de cedro y de libros oliendo a naftalina y a revolución perdida.
Nada sino la luna dibujada en el insomnio y en las calles mojadas por las siempre oportunas lluvias de noviembre.
Nada sino el canto de la mañana desgajada de los compendios que cobijaron mi juventud exagerada,
libros que necesitan ser leídos por los millones de niños del mundo.
Nada tengo sino esta biblioteca que resplandece muy temprano y desata temblores en la tierra.
ANIMAL DE LENGUAJE
Desbocado camina y rompe las cuerdas que atan sus patas y sus brazos extendidos.
Cabalga por las calles ardientes desconociendo los letreros, los semáforos,
las luces de la ciudad que impiden ver el tremor de las estrellas.
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El libro completo puede descargarse a través de este enlace:
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