Monday, November 29, 2021

MATERIALES PARA LA HISTORIA DE LA POESÍA PERUANA XXVII: HORA ZERO, UNA HISTORIETA

Artículos de la crítica cultural Giancarla Di Laura aparecidos el 28 de noviembre del 2021 en su columna del portal Sudaca.pe y el 19 de diciembre en la misma columna.


Hora Zero: una historieta

Por Giancarla Di Laura



Hay una tendencia cada vez más de moda por hacer pasar testimonios personales y amicales como relatos verídicos o “historias”. Si bien es cierto que la disciplina de la musa Clío debe estar sujeta a constante revisión, porque incluso en su ejercicio más serio no está exenta de articulaciones retóricas –como ya demostró hace décadas Hayden White–, se espera que haya un mínimo de rigor en el uso y cita de las fuentes y que se mantenga una perspectiva neutral. De lo contrario, se está haciendo grueso partidarismo y pasando gato por liebre.

Esto es lo que sucede con el reciente libro Hora Zero: una historia, de José Carlos Yrigoyen Miró Quesada y Carlos Torres Rotondo, aparecido en Lima a fines de este 2021 bajo el sello Pico y Canto, a cargo de Víctor Ruiz Velasco, quien en un post reciente en su Facebook dice que esta no es “una” sino “la” historia de Hora Zero, ya que “así de luminoso es este estupendo trabajo”. 

Vayamos, pues, por partes. 

En la contratapa del libro, repitiendo palabras de la introducción, los autores afirman: “Esta no es una historia contada por dos horazerianos, pero sí por un par de escritores que admiran la poesía de Hora Zero y su legado literario, humano y social. Por eso mismo, han vuelto sobre la historia del movimiento poético peruano más importante del siglo XX con la finalidad de iluminar sus rincones más oscuros y profundizar en sus zonas menos concurridas”. Y así, hablan de una “épica fulgurante del colectivo [que] termina incólume y vigente”. Es decir, desde el principio reconocen su favoritismo por HZ, especialmente el de la Segunda Fase, iniciada en 1977, luego de cuatro años de la ruptura de la fase inicial (1970-1973).

Es precisamente ahí donde se asoma el “rincón más oscuro” del libro: el papel distorsionado que le atribuyen a Juan Ramírez Ruiz, fundador de la primera fase en 1970 junto con Jorge Pimentel, en el devenir del movimiento. Cuando en la misma introducción señalan “el inmenso silencio que nos legó Ramírez Ruiz”, se saltean el marxismo-leninismo que aparece clarísimo en el manifiesto “Palabras urgentes-2” (1980) de JRR, reafirmando el espíritu revolucionario que lo guiaba y que según él –y con razón– abandonaron los miembros de la Segunda Fase de HZ a partir de 1977. Si bien en la sección sobre “Palabras urgentes-2” se citan algunos fragmentos, el sentido fundamental de la denuncia del oportunismo y personalismo del HZ-Segunda Fase no queda muy claro. No olvidemos tampoco las declaraciones del mismo JRR en esa misma dirección. Así, en esta “historia” se termina descafeinando a Ramírez Ruiz y, a lo sumo, dejándolo como un personaje problemático y elusivo. Hora Zero es, sin duda, un fenómeno importante en la poesía peruana del circuito letrado, pero al sobredimensionamiento que practican los autores se le notan demasiado los tintes.

Este carácter de historieta se acentúa precisamente en su no entendimiento de la herencia poética e intelectual de Juan Ramírez Ruiz. Trataré de explicarme. Tanto Yrigoyen como Torres se enmarcan a sí mismos como dos escritores-cronistas miraflorinos (el señalamiento distrital no es gratuito) que apuestan por rescatar en formato mítico oralizador un anecdotario rockeril y poético de la Ciudad Jardín en los estertores de su reputación arcádica y en paralelo con la desacralización de Sebastián Salazar Bondy en su ensayo Lima, la horrible de 1964, precisamente el año que da marco al inicio de la trama de Hora Zero: una historia en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Cuando Yrigoyen Miró Quesada y Torres Rotondo inician su libro con una cuestión de principios titulada “Once años después” (de la publicación el 2010 de su libro Poesía en rock, se entiende) expresando ser “muy conscientes del inmenso silencio que nos legó Juan Ramírez Ruiz”, silencio situado “al margen de la oficialidad y los poderes mediáticos”, ilustran su ideología de carácter burgués. Este carácter es el que convierte en “silencio” a un discurso autorial que nunca dejó de alentar (expresar, sentenciar, fijar) una posición ideológica de transformación radical, en sintonía con ambas “Palabras urgentes” de 1970 y 1980. Luego de retratar la realidad social y literaria nacional en una “época de desfallecimientos y omisiones”, el primer manifiesto señala: “compartimos plenamente los postulados del marxismo-leninismo, celebramos la revolución cubana”. Y en el segundo, Ramírez Ruiz es enfático desde la primera palabra: “Todo debe estar expuesto al aire de los días para que cada cosa sea recortada por la luz del sol. Por más dolorosos que sean ciertos hechos es necesario que se conozcan si con ellos se abren nuevas perspectivas a la realidad”. Ninguna “poética del silencio”: la ruta de Juan Ramírez Ruiz (que es la de Vallejo, la de Heraud) está clara y elocuentemente fijada. Esa ruta es la de la historia, no la de la historieta para el imaginario conservador de la Ciudad Jardín postmodernamente contraculturalizada.

Mención aparte, y en relación con el tema de mi anterior columna “¿Qué pasa en la Kloaka?”, es la presencia de Róger Santiváñez, cuya entrada –vía la dedicatoria del libro– al “Paraíso” horazeriano, nada menos que al lado de la “Santísima Trinidad” de Ramírez Ruiz, Pimentel y Verástegui (desplazando, por ejemplo, a Tulio Mora), explica suficientemente su revisionismo y (llamémoslas así) ambigüedades sobre el Movimiento Kloaka, sobre las que no hace falta abundar. Ese es el paradisiaco importe, pues, los ágiles testimonios con que Yrigoyen Miró Quesada y Torres Rotondo han podido parchar diversos momentos en la construcción de su historieta sobre Hora Zero.

Para terminar: los autores del libro abundan en citas insultantes hacia algunos de los críticos de HZ-2, pero no reproducen las réplicas de los insultados. Mala y manipuladora práctica. Hubiera sido ideal que, en ejercicio igualitario, citaran el famoso manifiesto de Kloaka –firmado por Santiváñez– en que se refieren a Jorge Pimentel, uno de los fundadores del HZ-2, de esta manera en enero de 1984: “Jorge Pimentel: chichero (poético) malo, ya sabemos que no tiene chamba (tiene que publicar un libro [Palomino] para decirlo); eres un bluf; gritoneas en el Queirolo y lloriqueas en el regazo del sistema; animador hz, eres el ‘belmont’ del 70” (Manifiesto “Carta a los imbéciles de la poesía peruana: quema de basura”).

En fin, conocido es que Yrigoyen fue corrector de los libros de Alan García y que lo vincula una fuerte amistad con la familia de Jorge Pimentel. No se trata de atacar a las personas, pero si lo hacen, no pueden estar inmunes al mismo chocolate. 

Salud y espero su réplica.

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Puede leerse el texto completo del manifiesto “Palabras Urgentes-2” de Juan Ramírez Ruiz aquí:

Palabras urgentes-2


Carlos Torres Rotondo y José Carlos Yrigoyen Miró Quesada, autores del libro.



Por: Giancarla Di Laura

19.12.2021

Hoy comparto con ustedes una delicia encontrada en mis archivos.

En 1978 circuló el manifiesto “Hora Zero: mensaje desde adentro”, firmado por nueve de los miembros de la Segunda Fase de ese resonante movimiento literario, reagrupado en 1977 sin la presencia ni apoyo del fundador original de 1970, el poeta Juan Ramírez Ruiz. En su reciente libro Hora Zero: una historia, José Carlos Yrigoyen y Carlos Torres Rotondo le dedican solamente una oración a este manifiesto para comprobar la inserción del grupo en el Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular (FOCEP) del líder de izquierda Genaro Ledesma y para señalar únicamente –respecto al contenido– que en el mismo “se fustiga a los poetas de La Sagrada Familia” (pág. 330), grupo que existió entre 1977 y 1979 y en el que el poeta Róger Santiváñez figura como fundador.

La pregunta que cabe hacerse es: ¿por qué tan poca atención a este manifiesto de 1978, a diferencia de, por ejemplo, uno anterior, de 1977, “Contragolpe al viento (nuevas respuestas)”, al que dedican diez páginas (308 a 318) en su libro? ¿Por qué solo una oración frente a diez páginas? Suena raro, ¿no?

“Hora Zero: mensaje desde adentro” es un manifiesto en el que se adopta una perspectiva desde “el pueblo” para enjuiciar la poesía aparecida por esos años. Se inicia con una cita del Che Guevara (“No tener calidad es faltarle el respeto al pueblo”), amén de otras frases de Mao Tse Tung extraídas del Foro de Yenán, y se explaya a lo largo de seis apartados (de carácter policial o, más bien, para estar acordes con aquellos años, comisarial), que paso a enumerar: “Respuesta histórica a un compromiso histórico”, “Quien actúa como impostor en poesía, tendrá que rendirle cuentas al pueblo”, “Estos son los culpables: ¡cuidado!”, “Estos, sus delitos”, “Otros piratas” y “El relámpago de la revolución: la poesía integral”. Es el tercer apartado el que llama la atención, leído desde la perspectiva supuestamente historiográfica del libro de Yrigoyen Miró Quesada y Torres Rotondo.

En “Estos son los culpables: ¡cuidado!”, los miembros de la Segunda Fase de Hora Zero consignan una lista de poetas a los que insultan (ellos dicen “denuncian”) con epítetos que no voy a reproducir. Solamente consignaré los nombres de los escritores “culpables”: Gregorio Martínez, Marco Martos, Cesáreo Martínez, Hildebrando Pérez, Juan Cristóbal, Enrique Sánchez Hernani, José Luis Roncal, Víctor Mazzi y Róger Santiváñez. ¿Róger Santiváñez, el poeta realzado en la dedicatoria de Hora Zero: una historia junto a Juan Ramírez Ruiz, Jorge Pimentel y Enrique Verástegui? Pues sí. Es por este motivo, sumado al hecho de la prácticamente desaparición de este “Mensaje desde adentro” en Hora Zero: una historia, que cobra importancia y sentido observar qué culpa concreta se le encontró en 1978 a Santiváñez.

La expresión se encuentra al final de la segunda página del manifiesto, que consta de once páginas mimeografiadas. Es la siguiente y no son más de diez palabras: “Róger Santiváñez: peligrosísimo sobón y agilito para llegar al parnaso”. ¿Queeeé? ¿Premoniciones? Como antes con su grupo La Sagrada Familia, centro de los ataques de Hora Zero-Segunda Fase en su “Mensaje desde adentro”, y como después con Kloaka (ambas agrupaciones según el propio Santiváñez fundadas por él mismo junto a otro colega de turno), el autor de Kloaka & los subterráneos ¿confirma las sospechas de entonces o más bien las niega? Para sopesar esta respuesta, bien vale volver a mirar la dedicatoria de Yrigoyen y Torres Rotondo en su libro Hora Zero: una historia: “Para Juan, Jorge, Enrique y Róger. Sus libros están escritos en el Paraíso”. Aparte de esta entrada al Jardín del Edén poético decretada por Yrigoyen Miró Quesada y Torres Rotondo, a Santiváñez le agradecen haber colaborado generosamente con sus archivos y recuerdos a llenar numerosos vacíos de la pretendida historia.

Lo cierto es que, como afirmé en mi reseña del libro el domingo 28 de noviembre último, titulada “Hora Zero: una historieta” en esta misma columna, el libro que se hace pasar como “una historia” (pero que según su editor es “la historia”) de Hora Zero está tan lleno de vacíos, silenciamientos y arbitrariedades que más parece queso suizo por donde entran a su gusto los comensales que un trabajo que merezca la menor confianza para un investigador. A lo sumo, queda como testimonio de dos admiradores y amiguísimos del grupo para saldar cuentas con los críticos de Hora Zero-Segunda Fase, dándole al ensayo autoficcional estatuto de historia. Como bien dice el refrán, el papel aguanta todo. Cabría añadir: también encubre lo que le conviene.

¡Siempre en poesía!



Addendum del 20 de marzo del 2022 ante un ataque misógino del poeta Róger Santiváñez:


Por: Giancarla Di Laura

20.03.2022

Como dicen los entendidos, la vaca nunca se acuerda de que fue ternera.

Contar desde una sola perspectiva una historia, más aún siendo juez y parte, deja mucho que desear. ¿O de repente a orillas del río Cooper el personaje al que me refiero, un escritor que ha decidido difamarme, no ha escuchado que en el mundo actual siempre hay que sopesar los conflictos de intereses y tratar de ser imparcial cuando se trata de informar al público? Está bien que los autores quieran expresar sus ideas, pero imponerlas como una sola y absoluta verdad ya es otra cosa… La vida no es así, no es unilateral… La vida, cual texto polifónico, recoge las voces desde distintos ángulos, y si alguno de los sobones (o fundadores, perdón) del Movimiento Kloaka quiere reconocer una parte de la historia, ¡fenomenal!, pero que no se tergiversen los acontecimientos, se oculten documentos y menos aun que se incurra en la vergüenza de excretar un pensamiento misógino y machista de la peor especie como lo ha hecho contra mí este «peligrosísimo sobón y agilito para llegar al parnaso”, según lo llaman los poetas de Hora Zero-2 en un manifiesto de 1978 que recordé en esta misma columna el 19 de diciembre último: https://sudaca.pe/noticia/opinion/la-historieta-de-hora-zero-ii/ . Mi columna era la segunda parte de una reseña del libro Hora Zero, una historia, en la cual el tal sobón resulta sospechosamente favorecido. Al no gustarle mi reseña, incurrió, como todo un machito, a hacer de su disgusto un desagradable espectáculo. ¿Su nombre? Lo dejo para más adelante. 

Tanto le habrá dolido al susodicho mi recuerdo que ha arremetido contra mí de la manera más rastrera. En un post que escribió en su cuenta de Facebook el 16 de marzo último, titulado melodramáticamente «El fin de una amistad», me acusa de ser una incapacitada mental, pues en su odio por la opinión general que ha causado mi reseña le atribuye al poeta y académico de fama internacional José Antonio Mazzotti la autoría de todos mis artículos. ¿En qué se basa? En una supuesta «vox populi», o sea en un chisme que él y sus «amigues» han inventado y circulan miserablemente, negando mi habilidad intelectual como persona, como mujer, como escritora y como investigadora. Y no solo se conforma este agilito con difamarme, sino que él y su pequeña corte de ayayeros permiten que se maltrate a una mujer públicamente y de paso al objeto de sus odios, el poeta Mazzotti, que no cumple papel alguno en la reseña que yo escribo y publico CON MI NOMBRE. Parece que les resulta increíble que una mujer pueda ser aguda y escribir bien.

Ojalá que algún día nos demos cuenta realmente de lo que significa ser solidario y de lo que debería ser la sororidad, algo que todavía en el Perú no se ve. Las argollas, los círculos venenosos y el dedo que trata de rebajar a quien se ganó un premio o es parte de algún evento académico importante, todavía existe, y bastante, en esa fauna que pulula en los ambientes literarios peruanos.

A este agilito le digo: yo estuve en la movida mucho antes de conocerte a ti. Yo estudiaba en Estados Unidos y el que me presentó a los poetas de Lima fue el músico Ricardo Silva cuando yo organizaba y producía los conciertos de «Del Pueblo y del Barrio» en la casa de los Yuyachkani, y luego con mi esposo Meno Ballumbrosio, también músico talentoso, fui a más de un recital y él se ponía a tocar en las presentaciones. Yo conocí desde los años 80 y 90 la historia de Kloaka y otros grupos de poetas y artistas. Leía y recogía material que luego me ha servido en mis trabajos académicos. Después terminé un doctorado y desde entonces he publicado numerosos artículos arbitrados y varios libros propios y editados producto de mis investigaciones. Así que a mí no me vas a bajar la línea y mucho menos hablar de mi honestidad como intelectual. 

El libro Hora Zero, una historia, de los periodistas José Carlos Yrigoyen y Carlos Torres Rotondo, como ya he señalado varias veces, está lleno de defectos de metodología de la investigación y manejo de las fuentes. Por ejemplo, entre otras perlitas, ocultan algunos manifiestos de Hora Zero-2, como aquel de 1978 en que el agilito es denunciado por sus prácticas de arribismo maloliente. Por eso, entre otras razones, el libro de Yrigoyen y Torres Rotondo es, como irónicamente digo, más bien una «historieta» cortada a la medida del clan Pimentel, que aminora el papel del gran poeta Juan Ramírez Ruiz en la fundación del Hora Zero inicial (1970-1973) y su oposición a la segunda etapa, creada a partir de 1977, por Jorge Pimentel.

Volviendo a Kloaka, grupo posterior (1982-1984), el agilito y difamador en cuestión pasa por agua tibia la oposición inicial entre HZ-2 y Kloaka y queda como una especie de oráculo con tarjeta verde al Parnaso por apoyar ahora, cuarenta años después, esa versión de la historia manipulada que ofrecen ambos periodistas.

En fin, no vale la pena entrar en demasiados detalles. Lo escrito, escrito está, y a los documentos y a mis reseñas me remito. Así que dejen a los críticos profesionales hacer su parte o al menos aprendan a reconocer sus defectos cuando alguien (sobre todo una mujer), se los señala. Todo parece indicar que las únicas mujeres que aceptan son las sumisas, como otra fundadora de Kloaka que invita al agilito a sus eventos literarios en Nueva York cada vez que puede. Coincidencia total.

¿Ya se olvidaron ambos de los acosos del agilito en las reuniones literarias de los años 90? Ahí la sororidad brilla por su ausencia. 

Ah, me olvidaba mencionar su nombre: 

nahhhhh….. sería hacerlo más famoso, que es lo que en el fondo quiere. Que siga el agilito paseando a su perro “Mantequilla” por las bien mantenidas orillas de su pueblo en Nueva Jersey, que es adonde van a parar algunas almas como la suya desquiciadas por la verdad.



2 comments:

  1. Mi apoyo solidario por ser mujer y, como tal, saber defender sus fueros intelectuales.

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    1. Así es, estimado Julio. La verdad intelectual y la dignidad personal que defiende la colega Di Laura merecen ser difundidas y apoyadas. Saludos cordiales.

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