Friday, January 26, 2024

MATERIALES PARA LA HISTORIA DE LA POESIA PERUANA XXXIII: RAÚL BUENO

MEDALLA REGIONAL DE CULTURA PARA EL POETA Y MAESTRO RAÚL BUENO CHÁVEZ

El poeta y maestro Raúl Bueno Chávez recibe la Medalla de la Cultura por el Gobierno Regional de Arequipa. La ceremonia se realizó el 23 de enero del 2024, al mediodía, en la Ciudad Blanca. En la foto: Raúl Bueno (al centro) con los escritores y catedráticos José Gabriel Valdivia y Alfredo Herrera.

Semblanza

Por José Antonio Mazzotti

Para quienes hemos tenido la suerte de cursar alguna materia con Raúl Bueno y de leer sus textos, no debe ser sorpresa que se le considere uno de los más importantes exponentes actuales del pensamiento crítico latinoamericano y un poeta de calibre mayor. Raúl Bueno ha sido y sigue siendo una fuente de ideas y un modelo de intelectual y artista como rara vez puede hallarse en la academia, no digamos ya peruana, sino internacional. A sus numerosos libros y artículos de crítica y teoría literaria se suma una obra poética importante que solo en años recientes empieza a ser reconocida y estudiada con el detalle y la dedicación que se merece.

Nacido en Arequipa en 1944, publicó su primer libro, Viaje de Argos y otros poemas, apenas veinte años después, evidenciando un precoz talento que lo alejaba de las habituales efusiones confesionales de la mayoría de poetas jóvenes. A los pocos meses, y a punto de graduarse en su alma mater, la Universidad Nacional de San Agustín, comenzó su carrera docente. Ha desarrollado desde entonces una trayectoria brillante con la solidez y la vocación pedagógica que lo caracterizan, y en condiciones muchas veces adversas.

Fue con motivo de un evento en su homenaje en la Casa de la Literatura Peruana en Lima, en diciembre del 2013, que un grupo de exdiscípulos suyos entendimos la necesidad de dar mayor difusión a la obra de Raúl Bueno, no solo como un gesto largamente demorado de agradecimiento por su legendaria generosidad intelectual, sino también porque creemos firmemente que el conocimiento de su producción solo puede resultar beneficioso para el debate académico y literario en el Perú y la región. Fue así como publicamos el 2014 el volumen de homenaje Argos Arequipensis, editado por la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, que tengo el honor de dirigir desde el 2010.

A nombres de prestigio tan indiscutible como los de Ángel Rama, Antonio Cornejo Polar, Alejandro Losada, Nelson Osorio, Roberto Fernández Retamar o Antônio Cândido, hay que añadir el de Raúl Bueno, de aparición ligeramente posterior, pero que ha teorizado como pocos las literaturas latinoamericanas desde un aparato verdaderamente interdisciplinario y con meticulosa conciencia de los aportes de las grandes escuelas provenientes de Europa y los Estados Unidos, manteniendo la mesura sobre lo que resulta aplicable y adaptable a la heterogeneidad cultural latinoamericana. 

Su crítica más reciente al esquema rizomático de Deleuze y Guatari, por ejemplo, su desmontaje del modelo radial de cultura (pilar de la colonización intelectual de nuestros países), su aguda percepción de los fenómenos poéticos, su evaluación de los riesgos y beneficios de la modernidad en contextos actuales de (an)globalización, su desarrollo particular del concepto de sujeto migrante, entre otros aportes fundamentales, tienen todos el mismo rigor que caracteriza a su obra desde sus estudios iniciales de semiótica en los años 70. 

Como dice él mismo en una esclarecedora entrevista: “Vi con fascinación cómo las mismas virtudes que me llevaron a fantasear con una carrera en física cuántica –el uso de un lenguaje especializado, la experimentación con las estructuras, la formalización de ciertas frecuencias e infrecuencias y la construcción de modelos sobre la realidad observada, por ejemplo– podían aplicarse a la comprensión del cómo y el porqué del fenómeno literario”. Este deslumbramiento inicial, ocurrido durante una clase con Antonio Cornejo Polar, quien fuera su maestro en aquel arequipeño 1962 al que se refiere la anécdota, y que luego se convertiría en uno de sus más entrañables amigos, hizo que Raúl Bueno explayara su curiosidad científica en el estudio de la literatura, quizá como una forma de complementar la vocación poética, pasión que lo ha acompañado a lo largo de su vida. Así, vena y arte se juntan en una sola persona, como ocurría con los clásicos. Y es que, según dijo alguna vez su compañero de generación Rodolfo Hinostroza: “el que se sale de la poesía es que nunca estuvo”. Y Raúl Bueno nunca se salió. Prueba de ello son los espléndidos volúmenes Ensayo general, que reúne su obra poética hasta 1994, y Misivas de la Nueva Albión (2014), un desgarrado testimonio sobre el exilio y el deterioro del mundo contemporáneo a expensas del medio ambiente y los sectores marginados de la sociedad.

Por eso, hablar de él supone un triple esfuerzo. Al riguroso y original crítico y teórico se une el exquisito autor de versos de impecable factura. Y a ellos, el ejemplo del docente que no escatima esfuerzos por hacer llegar no sólo nuevos conocimientos a sus alumnos, sino, especialmente, nuevas formas de pensar y entender la literatura y los fenómenos culturales de América Latina.

Viaje de Argos y otros poemas, su primer libro, ya trazaba las líneas de lo que sería su carrera como intelectual. Argos era un príncipe griego de cien ojos que terminó convertido en ave. Argos o Argo se llamaba asimismo la propia la nave que en el mito griego llevaría a los valientes viajeros hacia tierras desconocidas para obtener el vellocino de oro, con cuyas virtudes el príncipe Jasón recuperaría el trono de Yolcos. Otro Argos era el constructor de la mítica nave parlante y uno de sus tripulantes. Todas estas acepciones funcionan muy bien como alegoría del quehacer intelectual de Raúl Bueno. Quizá el entonces joven poeta no previó las consecuencias de esa selección en el título de su primer libro. Mientras sus coetáneos se embarcaban tímidamente por los rumbos de otro lenguaje poético, más abiertamente conversacional y comunicativo, Raúl Bueno prefería la densidad semántica y la preocupación por problemas ambientales y por el pensamiento mítico, apostando por una actualidad que no sería la de la inmediatez política y social de su momento (al menos en lo que se refiere al lenguaje poético). A la vez, abrir nuevos caminos, sortear peligros insondables, negociar con lo desconocido y crear formas de entendimiento son virtudes que representan bien el papel iluminador que sus estudios críticos han tenido a lo largo de varias décadas. Testimonio de ello, aunque no exclusivamente, es el importante Premio Especial de Ensayo “Ezequiel Martínez Estrada” otorgado por Casa de las Américas de Cuba el 2012 a su libro Promesa y descontento de la modernidad.

Raúl Bueno ha venido produciendo una obra de alta calidad desde sus primeros años de labor intelectual, tanto en Arequipa como en Lima, en París, en Caracas y en Hanover (New Hampshire), donde ahora reside y es Profesor Emérito de la prestigiosa universidad Dartmouth College. Desde su inicial y muy útil Metodología del análisis semiótico (1980, en colaboración con Desiderio Blanco), Raúl Bueno mostró un instinto natural por la precisión y el cuidado en el tratamiento del lenguaje de la literatura. No se trataba tanto de comentar temas sociales o políticos, usando los textos como medios, sino de considerar que en todo momento los discursos literarios se distinguen por su capacidad inherente de condensar sentidos de una manera particular, que trasciende la mera referencialidad y potencia los recursos visuales, sonoros y connotativos del lenguaje. La crítica debe llegar, por eso, a un grado de especialización que le permita desbrozar aquello que es específico de la literatura. Aplicando esta metodología, pero encontrando nexos con el mundo histórico y social del que finalmente se nutre toda obra, publicó en 1985 Poesía hispanoamericana de vanguardia. Procedimientos de interpretación textual, en el que demuestra la especificidad de la poesía hispanoamericana a partir de su materialidad textual. A diferencia de distintos lenguajes como el fílmico, el teatral, el pictórico, etc., a los que puede aplicarse análisis narratológico indistintamente, el lenguaje poético de autores como Vallejo, Neruda, Cardenal y otros resulta una veta de exploración riquísima dentro de sus propios términos, que son los de la “particularidad de su forma”.

A partir de entonces, Raúl Bueno fue ampliando su radio de análisis para hasta llegar a Escribir en Hispanoamérica. Ensayos sobre teoría y crítica literarias (1991), en que resalta la necesidad de desarrollar un lenguaje crítico que corresponda a una realidad única en su heterogeneidad como la latinoamericana. Un ejercicio crítico no debe ser estrictamente deductivo, es decir, no debe partir de ideas preconcebidas que limiten los rasgos de los textos literarios según las necesidades del modelo, sino al revés: se trata de forjar un lenguaje inductivo que parta de la realidad concreta de la literatura latinoamericana, destilando así “nuestro [propio] vino [teórico]”.

Esta apuesta por una perspectiva latinoamericana se enmarca en una tradición intelectual que asume un compromiso con la realidad del continente considerando el valor de las culturas “marginales”, que representan indudablemente a la mayoría de la población. Surge así Antonio Cornejo Polar y los avatares de la cultura en América Latina (2004), que rinde homenaje al gran crítico peruano, fallecido prematuramente en 1997, y explica y desarrolla sus lineamientos generales. Rescata también la antigua data y la originalidad de los estudios culturales latinoamericanos, implícitos e inherentes a la crítica que se venía desarrollando desde los años 70 del siglo pasado, si no antes.

La falacia de las metáforas de cultura en la literatura latinoamericana (2010) obedece al mismo impulso por encontrar una definición adecuada al quehacer crítico sin hacer concesiones a las figuras literarias, muchas veces provenientes de otras disciplinas, que suelen usarse en la definición de los procesos culturales que se desarrollan en la región. Este texto contiene el discurso de aceptación del título de Profesor Honorario que le otorgó la Universidad Ricardo Palma en Lima.

Por último, su obra crítica mayor, Promesa y descontento de la modernidad. Estudios literarios y culturales en América Latina (2010), reúne en su mayoría ensayos publicados en las últimas décadas, pero articulados de tal manera que constituyen una propuesta coherente para pensar los fenómenos culturales latinoamericanos desde una perspectiva propia y original. Sin caer en un nacionalismo epistemológico latinoamericanista, el libro insiste convincentemente en lo que muchas veces se olvida: la necesidad de un empapamiento, incluso personal, en los procesos sociales e históricos de la región, en sus numerosas lenguas y manifestaciones culturales específicas, para poder elaborar una crítica válida y duradera sobre una literatura y una cultura sui generis en su multiplicidad y profundos contrastes. 

Me cupo la suerte de tener a Raúl Bueno como profesor en no menos de tres seminarios de pregrado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos a fines de los años 70 y principios de los 80, y desde entonces hemos mantenido un diálogo abierto, sin jerarquías y con amistad, del cual tanto yo como muchos otros discípulos nos hemos beneficiado por más de cuarenta años. A eso inevitablemente se suma su valiosa labor como director de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana entre 1998 y 2009, años en que supo mantener el rigor y la línea que Antonio Cornejo Polar le diera a esta señera publicación desde su fundación en 1975.

Raúl Bueno es un orgullo para Arequipa, el Perú y América Latina. Se coloca entre lo mejor que ha producido el pensamiento crítico y el rico acervo poético peruano en las últimas décadas. No me cabe la menor duda de que si alguien merece una distinción tan alta como la Medalla Regional de la Cultura de Arequipa, ese es el maestro y poeta Raúl Bueno Chávez.

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