Qué soles se acercaban al pasado.
Homenaje a Luis Millones
Coordinador: Alejandro Málaga
Presentación:
José Antonio Mazzotti
(Con motivo de la presentación de los tres volúmenes de Qué soles se acercaban al pasado. Homenaje a Luis Millones el martes 2 de abril del 2024 en la Biblioteca Nacional del Perú, reproducimos aquí las palabras prologales de José Antonio Mazzotti y el sumario de los artículos contenidos en el homenaje. La edición corresponde al Fondo Editorial de la Universidad César Vallejo. La primera foto es de los archivos de la BNP. La foto con el poema de Heraud es de la colección privada de Luis Millones).
Los volúmenes que el lector tiene entre manos constituyen el largamente esperado homenaje a uno de los intelectuales peruanos más importantes de las últimas décadas, mi querido amigo y maestro Luis Millones Santa Gadea (Lima, 1940), a quien solo puedo referirme en términos elogiosos y agradecidos, como estoy seguro es el caso de muchos otros estudiosos y amantes del Perú. El verso de Javier Heraud que titula este homenaje proviene de un poema dedicado a Luis Millones en 1960 y sirve como augurio temprano de la carrera brillante del maestro en el conocimiento del pasado andino y latinoamericano.
Hace unos buenos años fui convocado por la historiadora Claudia Rosas Lauro para contribuir con un artículo en este proyecto que ahora, gracias al apoyo del Fondo Editorial de la Universidad César Vallejo, logra finalmente ver la luz y reúne treintainueve trabajos de muchos importantes investigadores de diversas partes del mundo. La coordinación general estuvo a cargo de la ya mencionada historiadora y de sus colegas de área Alejandro Málaga y Daniel Guzmán Salinas. A ellos debe ir también el reconocimiento por su paciente labor, ya que no es fácil convocar a tantos especialistas y llevar adelante el minucioso trabajo de la estandarización de estilo, la organización por temas y la interminable correspondencia que sigue a cada una de las colaboraciones. La edición final quedó en manos de Alejandro Málaga.
Se encontrará que abundan las contribuciones sobre temas peruanos y mexicanos, que son las dos áreas principales a las que Luis Millones ha dedicado buena parte de sus pesquisas desde la antropología y la historia. Formado en ambas disciplinas en Perú y Chile, Luis Millones puede enorgullecerse de una muy abundante producción, de la cual muchos de los que trabajamos temas afines hemos podido aprender valiosos contenidos que nos han servido de manera crucial en nuestros propios proyectos.
En mi caso, Luis Millones ya era a principios de los años 80 un nombre que sonaba fuertemente en las ciencias sociales. Un trabajo de campo en la comunidad de Sacsamarca, en Huancavelica, y algunas incursiones graduadas en la antropología a través de lo que era el Diploma de Estudios Antropológicos (DEA) de la Pontificia Universidad Católica del Perú me habían llevado a encontrarme con títulos como Minorías étnicas en el Perú (1973), Tugurio: la cultura de los marginados (1976) y El hombre y su ambiente en los Andes centrales (1982), libros de Luis Millones que ya circulaban en aquellos años y a los que seguirían decenas de otros más, iluminando a través del estudio in situ numerosos aspectos del pasado y el presente de las culturas andinas.
Cuál no sería mi sorpresa cuando en la primavera boreal de 1991, ya siendo yo un doctorando en la Universidad de Princeton, vi en el catálogo de los cursos de antropología uno titulado "Religion in the Andes", acompañado del ya legendario nombre de Luis Millones. Decidí salir de mi rutina de los seminarios de literatura y auditar ese curso sobre religiones andinas en inglés, que resultó ser desde su primera clase un regocijo de conocimientos.
Al terminar la sesión inicial me acerqué al profesor para presentarme formalmente. Al observarme, Luis Millones esbozó una sonrisa y me disparó con su intransferible sentido del humor la pregunta "¿Eres peruano?". Cuando le respondí afirmativamente, añadió "No pareces peruano". Entonces no me demoré en replicar "¿Y cómo parecen los peruanos?". Lucho (lo llamo así a pedido suyo desde aquel momento) lució su sabiduría con una brillante respuesta: "De todas las formas y colores".
Desde entonces quedó sellada la amistad. Seguí asistiendo a sus clases y, sobre todo, conversando largas horas con él en su oficina (que le había dejado provisionalmente el también antropólogo Jorge Klor de Alva) y en su departamento del pintoresco pueblo universitario en Nueva Jersey, donde también tuve el placer de conocer a Renate Mayer, su adorable esposa. Luego coincidimos nuevamente cuando él fue Profesor Visitante en la Cátedra David Rockefeller en el Departamento de Lenguas Romances de Harvard en 2003-04 mientras yo era Profesor Asociado allí. Ese año académico fue motivo de nuevas y más profundas conversaciones que aliviaron el tedio de un ambiente enrarecido. El espíritu arguediano, generoso y democrático de Lucho y Renate salió a relucir siempre y sirvió como un ancla para no perder la perspectiva sobre la importancia del trabajo en equipo y los múltiples aspectos de las culturas peruanas aún sin explorar.
Si tuviera que contar las veces que nos hemos reunido y organizado eventos a lo largo de estos más de treinta años de amistad me faltarían números. Luis Millones es sin duda uno de los intelectuales más prolíficos y creativos actualmente en el Perú, pero además es también un gran activista que no desperdicia oportunidad para ayudar a los investigadores de todas las generaciones y compartir con ellos y con cualquier persona que se le acerque su manejo de las bibliografías y los detalles sobre mil temas que domina a la perfección. En ese sentido, su vocación de maestro no se limita al salón de clases, sino que lo define en todo momento, en la calle, en el café, en los pasillos de los congresos y hasta en las cenas opíparas en las que reúne a intelectuales jóvenes y mayores por el puro placer de la conversación.
Sus intereses son múltiples, pero en rasgos generales se concentran en la religiosidad popular, las formas de organización social indígena, las crónicas coloniales, los rituales amorosos y el mundo del chamanismo, los estudios comparativos (como el ya mencionado caso de México y Perú) y las representaciones teatrales comunales que abundan a lo largo y ancho de los Andes. Como se ve, nuestro homenajeado cubre un amplio espectro de temas y manifestaciones culturales, analizadas en cientos de artículos y más de una treintena de libros aparecidos en América Latina, Europa y el Japón.
A los tres títulos ya mencionados siguieron otros no menos importantes como Entre el mito y la historia (1987), producto de un trabajo interdisciplinario con los psicoanalistas Max Hernández, Moisés Lemlij y Alberto Péndola y con la historiadora María Rostworowski de Diez-Canseco. Estos cinco notables profesionales constituyeron el SIDEA (Seminario Interdisciplinario de Estudios Andinos), grupo que abrió interesantes perspectivas gracias a la comunicación procedente de sus diversos entrenamientos no solo en cuanto a sus disciplinas específicas, sino a sus lugares de formación.
También siguieron Historia y poder en los Andes centrales (desde los orígenes al siglo XVII) (1987), El Inca por la Coya. Historia de un drama popular en los Andes peruanos (1988), El retorno de las huacas (como editor, 1990), 500 años de mestizaje en los Andes (como editor, 1992), Actores de altura. Ensayos sobre el teatro popular andino (1992), para mencionar solo algunos. En ellos retoma temas de antiguo interés como la rebelión del Taki Onqoy (que él contribuyera a difundir con sus investigaciones iniciales en la década de 1960, mientras era profesor en la Universidad de Huamanga) o inicia la exploración de los dramas populares andinos, de los que es una de las máximas autoridades y a los que ha añadido más recientes exploraciones en la costa, como en su reciente volumen El regreso de los tallanes. Teatro, historia e identidad en el Perú, publicado en España el 2021 en colaboración con su esposa Renate.
No ha sido ajeno tampoco a otras expresiones de la religiosidad, como el caso de la universal Santa Rosa de Lima (Una partecita del cielo. La vida de Santa Rosa narrada por Don Gonzalo de la Maza, a quien ella llamaba padre, 1993) y hasta la figura del demonio (Los demonios danzantes de la Virgen de Túcume, 1998), pasando por las creencias en el más allá, como en Todos los niños se van al cielo (2007) y Después de la muerte: voces del Limbo y el Infierno en territorio andino (2010), que muestran la compleja relación de los pobladores de diversas partes del Perú y Mesoamérica con la vida ultraterrenal, no como la configuración de lugares abstractos (cielo e infierno), sino concretos y ubicables en espacios de su entorno, además de las formas de comunicación que se establecen con los que ya han partido.
La supervivencia y transformación de creencias milenarias y la influencia del cristianismo son algunos de los elementos que destacan en las preocupaciones de Luis Millones, quien se encarga una y otra vez de demostrar que el mundo popular es altamente dinámico y creativo y que el largo proceso de violencia epistémica impuesto desde la llegada de los europeos a tierras americanas ha sido de un triunfo solo relativo.
Son muchos más los libros que podrían comentarse, en su gran mayoría producto de una original combinación de fuentes históricas escritas y observación directa de las manifestaciones vivas de las culturas populares. Esta simbiosis de historia y antropología (algunos la llamarían simplemente etnohistoria, aunque es mucho más) hace de la obra de Luis Millones un legado intelectual único en el Perú contemporáneo. Pero hay que añadir un tercer elemento: su veta literaria.
Lucho se precia de haber sido amigo de dos notables poetas de su generación, la del 60 (o, más específicamente, como quería Alberto Flores Galindo –otro de sus miembros– del 68). Me refiero a Javier Heraud y Luis Hernández. Como se recordará, Heraud era un brillante y precoz poeta que optó por entregarse plenamente a la causa de la revolución armada como miembro del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Fue acribillado por la policía y algunos civiles exaltados en las aguas del río Madre de Dios el 15 de mayo de 1963, a los 21 años de edad. Esa muerte tan temprana dejó marcada no solamente a esa generación, sino al Perú entero. A Luis Millones lo afectó sobremanera por la entrañable relación de camaradería que los conectaba, hasta el punto de que al poco tiempo de conocerse, Javier Heraud le dedicó un poema, que dice:
Poema a Luis Millones
infancia.
y amargos para el oído
más sombras que luces
qué soles
descansaban
en
tu
frente
qué soles se acercaban
al pasado
Jueves,
doce, último día de
los lunes
poesía
Martes de la
semana.
Luis, hermano
hoy la humanidad
me sabe fuerte,
hoy descanso
en mis ojos
y en mi voz.
Heraud confió estos versos a su querido amigo quizá sin saber que ese "hoy descanso en mis ojos / y en mi voz" serían premonitorios de su propia muerte tres años más tarde.
El otro poeta con el que Luis Millones mantuvo una hermosa amistad fue Luis Hernández, con quien compartió clases en la Universidad Católica. La casa de la familia Hernández en Jesús María, en la que también vivía Max, hermano de Luis que sería otro amigo íntimo y con el tiempo colaborador suyo y uno de los más importantes psicoanalistas del Perú, fue el escenario de numerosas reuniones en las que Luis Millones vivió como estudiante, y luego como graduado, la efervescencia de la vida cultural de Lima en los primeros años de la década del 60. Más tarde, luego de muchos viajes y peripecias profesionales, Lucho Hernández, el poeta de Vox horrisona y hoy autor de culto, se suicidaría en Buenos Aires en 1977.
No puedo dejar de mencionar también su amistad con José María Arguedas, que se inició en Santiago de Chile a mediados de las década de 1960, a pesar de que el gran autor de Los ríos profundos le llevaba casi treinta años de edad. Como Lucho ha contado en un artículo que tuve el honor de publicar en el volumen Arguedas global: indigenismo en el nuevo milenio (2021), Arguedas y Sybila Arredondo acogieron al joven Millones y lo estimularon en la exploración de la música y las fiestas populares. Gracias a Arguedas, Luis Millones pudo también conocer a Augusto Roa Bastos, el autor de Yo el supremo, en su exilio en Buenos Aires, llevándole unos libros del novelista peruano. Esto le dio a Lucho la oportunidad de conversar largamente con el creador paraguayo y entender que la entrega a la vocación justifica cualquier penuria, como en un apostolado.
Estas amistades con poetas y narradores y con muchos críticos dan cuenta de la afinidad de Luis Millones por las letras creativas y con el mundo de la literatura en general. Tengo para mis adentros que posee alma de poeta y creador antes que de científico, o que en todo caso es un riguroso científico social con buen gusto y chispa, lo que hace de la lectura de sus libros y de su conversación una experiencia, además de iluminadora, sumamente agradable. Para ponerlo en corto: un hombre sabio.
* * *
La primera sección de este homenaje tiene un carácter miscelánico, pues incluye una semblanza por su gran amigo y colega Max Hernández; también una reflexión sobre el sentido de las letras por su colaborador mexicano Alfredo López Austin (lamentablemente fallecido el 2021); un análisis de un poema de César Vallejo por el poeta y profesor Marco Martos; y una lectura de un pasaje del Quijote en relación con el Perú y la imaginación utópica por quien esto escribe.
Se suceden las secciones "Mundo prehispánico, andino y mesoamericano", "El taki onqoy y sus expresiones culturales", "Las crónicas y la sociedad del siglo XVI y XVII", "Ilustración y reformas borbónicas del siglo XVIII", "Etnohistoria y comunidades indígenas", "Fiestas, danzas y rituales andinos", "La presencia de José María Arguedas", "Educación y política" y "Memoria e imaginario". Como se ve, se ha dado una secuencia cronológica a las secciones, partiendo del pasado precolombino hasta llegar a temas contemporáneos, lo que permite una lectura relativamente lineal. Sin embargo, hay que advertir que los temas de cada artículo son complejos y vienen en muchos casos de la pluma de algunos de los más reconocidos científicos sociales de Perú, México, España y Japón, por lo que cada uno tiene vida propia y valor individual.
A todos los que participamos en este homenaje nos une el amor por América Latina y sobre todo por los pueblos originarios y sus procesos de adaptación y transformación, un amor que el ejemplo de Luis Millones ha estimulado por más de seis décadas y en universidades de diversas partes del mundo (además de las ya mencionadas de Huamanga, Princeton y Harvard, también Stanford, Texas-Austin, Burnaby en Canadá, el INAH en México, Calgary, Alberta, Montreal, Washington-Seattle, PUCP, UChile, Pittsburgh, Fundación Simón Rodríguez en Buenos Aires y muchas más) donde ha sido profesor visitante o investigador.
Merecedor de becas de investigación de la Fundación Guggenheim, el Museo Nacional de Etnología de Osaka, la Fundación Ford, el Ministerio de Educación de Japón, la National Geographic Society, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, la Academia Nacional de Historia de Chile, la Fundación Keck y otras, Luis Millones es uno de los antropólogos e historiadores peruanos más reconocidos a nivel mundial. Su afiliación fiel y permanente a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos habla de su compromiso con la universidad pública peruana y con el estudiantado de origen popular.
Este homenaje refleja solo una parte de la admiración que la intelectualidad internacional profesa por el Maestro, pero estoy seguro de que será de utilidad a los jóvenes investigadores que tomarán la posta de los estudios andinos y comparativos en los años por venir y contribuirán con ello al mejoramiento del mundo y a la justicia (por lo menos simbólica) con los marginados. Como decía Cicerón (y sin duda suscribiría Luis Millones): "No basta con alcanzar la sabiduría, es necesario saber utilizarla".
Boston, 28 de diciembre del 2023.
José Antonio Mazzotti
Semblanza de Luis Millones
Max Hernández
Los resortes ocultos de las letras
Alfredo López Austin
Marco Martos
José Antonio Mazzotti
MUNDO PREHISPÁNICO, ANDINO Y MESOAMERICANO
Ximena Medinacelli
José Ignacio Úzquiza
Silvia Limón Olvera
Roxana Lazo
EL TAKI ONQOY Y SUS EXPRESIONES CULTURALES
María del Carmen Martín Rubio
José Luis Martínez C. y Marco Arenas C.
Peter Elmore
LAS CRÓNICAS Y LA SOCIEDAD DEL SIGLO XVI Y XVII
Karoline Noack
El tiempo de la Nueua coronica de Guamán Poma de Ayala
Luis Miguel Glave
Carmela Zanelli
Teresa Gisbert
Daniel Guzmán Salinas
ILUSTRACIÓN Y REFORMAS BORBÓNICAS DEL SIGLO XVIII
Juan Marchena Fernández
Ana María Lorandi
ETNOHISTORIA Y COMUNIDADES INDÍGENAS
Denise Y. Arnold, Elvira Espejo y Juan de Dios Yapita
Jorge Ortiz Sotelo
Carolina Figueroa Cerna
Francisco Quiroz Chueca
Juan Castañeda Murga y Jeffrey Quilter
Ulla Dalum Berg
Ladislao Landa Vásquez
Cultos en competencia en la Costa Chica de Guerrero
Haydée Quiroz Malca
Alejandro Diez Hurtado
Ricardo Valderrama Fernández y Carmen Escalante Gutiérrez
José Carlos Vilcapoma
Imagen, símbolo y ritual en las fiestas religiosas del mundo andino colonial (siglos XVI-XVII)
Alberto Díaz Araya, Luis Galdames Rosas y Wilson Muñoz Henríquez
LA PRESENCIA DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
Ricardo Melgar Bao
Jefrey Gamarra Carrillo
José Villa Rodríguez
Carlos Miguel Salazar
Virgilio Galdo Gutiérrez
Carlos García-Bedoya M.
MEMORIA E IMAGINARIO
Takahiro Kato
Margarita E. Gentile Lafaille
María N. Marsilli
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